Los distinguidos senadores de la república son empleados de “tiempo completo”, trabajan largas jordanas y están “siempre pendientes” a los problemas que aquejan a sus respectivas provincias, por lo general usan el “barrilito”, una cantidad de dinero que reciben mensual para “resolver” problemas en sus comunidades. Estos hombres y mujeres trabajadores entienden que merecen una compensación por su esfuerzo y dedicación, y se les ha ocurrido pedir un aumento por la módica suma de RD$ 50,000. Como si se tratara de una "pataleta de niños malcriados", los honorables senadores insisten en que hay que realizar este reajuste salarial porque a los diputados se les aumentó RD$ 50,000 y ahora estos devenga mas dinero, lo cual, según ellos, ha creado una distorsión, “vaya ver usted que cosa tan grande”, un diputado ganando mas que un senador, simplemente una “injusticia” porque las responsabilidades de un senador en su provincia son mayores.
Parecería que los RD$ 125,000 de sueldo, el barrilito de más de RD$ 500,000, los incentivos, viáticos, exoneraciones, etc., no les alcanzan a estos “padres de familia”. Imagínense, el combustible esta caro, el costo de la canasta familiar por las nubes, el pago de la educación de los muchachos, los viajes al exterior, la villa, el apartamento de la querida, etc., la buena vida cuesta y “ los chelitos no dan“. Estos “padres de familia” hace tiempo vienen demando un mejor salario, equitativo al de su compañeros parlamentarios, los diputados, porque como servidores públicos piensan que merecen una consideración especial por el favor que hacen a la nación.
Habrá que ver si las razones para el aumento de los senadores son realmente justificables y requiere mayor prioridad que los maestros, los médicos y todos aquellos profesionales que durante años han implorado un salario más justo y que hasta el día de hoy no han recibido un solo centavo, porque nunca hay dinero.
Por el momento el presidente del senado dejo claro que no hay aumento, al parecer fue el único dentro del grupo de “hombres y mujeres de trabajo” que vislumbró la imprudencia y las consecuencias de esta “patada voladora”.
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